martes, julio 12, 2005

CHANEL, SEGÚN VICTORIA OCAMPO

(Testimonios, series sexta a décima, con selección, prólogo y notas de Eduardo Paz Leston. Editorial Sudamericana, 2000).

Victoria Ocampo eligió vestirse muchas veces en la casa Chanel de París. Pero dos de ellas fueron para enfrentar momentos cumbre. La primera, el 5 de enero de 1929 cuando se puso un tailleur azul marino y un sweater rosa con marrón de Chanel, que ella misma describía como “uno de esos tailleurs bien cortados, muy sencillos, pero muy caros y más difíciles de conseguir que un traje de baile”. Pensaba entrar en relación con el Fundador de la Escuela de la Sabiduría (Keyserling) y nunca sospechó que la cita sería una desilusión, a pesar del Chanel.

La segunda y última vez que Victoria Ocampo entró en la rue Cambon fue en abril de 1939 para mandar a hacer una “belle robe”. Dice: “Strawinsky me había invitado a ser la recitante de su obra Persephone en el Mayo Musical Florentino. Dadas las circunstancias, elegí por primera y última vez en mi vida, un traje de encaje negro (por los que marcaba preferencia Mademoiselle). El día de la última prueba, Mme. Therese quiso que Chanel diera su visto bueno. La fue a buscar. Vestida, la esperé frente al espejo de tres cuerpos, infaltable. No bajó. Mme. Therese muy atribulada me dijo que en vista de la tirantez política que reinaba, nuestro viaje a Florencia para la ejecución de Persephone no gozaba de su aprobación. La razón me pareció respetable, aunque no del todo convincente. Pero cuando estalló la guerra con Alemania y cuando se produjo la ocupación de Francia por los nazis, cuando para mí llegó el momento de la absoluta intransigencia, supe con sorpresa que Chanel no pareció darles a los acontecimientos la importancia que les daba en mayo de 1939, cuando aún no se habían producido. Contradicciones imprevisibles”

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